Comer Rico en Buenos Aires
Desde que vivo en Santiago, cada viaje a la capital Argentina (y en general cada viaje a ese país) viene acompañado, claro, de los típicos deseos de buen viaje; pero también con miradas de envidia mientras comentan: “Ah, van a comer rico” Se refieren a las carnes, pues sus vacas bien alimentadas con abundante pasto caminan por la plana pampa. Es decir, no hacen mucho esfuerzo, resultando en carne sin mucha fibra que retiene mejor su jugo y es blanda. Tanto que, en un viaje del ’89, en un famoso local llamado “El Palacio de la Papa Frita”, las porciones individuales de nuestro asado de tira, el mesero las cortaba con su cuchara.
Pero no solo de carne vive el hombre. Los argentinos han sido bendecidos con buen trigo, que les da buenos panes y pastas. No hay desayuno sin facturitas y uno no puede dejar de probar las pastas caseras de cualquier restaurante que las ofrezca. Yo siempre pensaba que la comida argentina típica era inexistente o por lo menos aburrida, como la estadounidense o la chilena. Por supuesto, estaba equivocado con respecto a los tres países. Pero desafortunadamente, es rara la ocasión de probar la comida típica local, pues mis preferencias se van por las carnes, pastas, pizzas y sándwiches de miga.
Ya deben haberse dado cuenta que hace poco visité Buenos Aires y tengo frescas en mi memoria mis experiencias culinarias de aquella ciudad. Estuve poco tiempo. Es cierto que cualquier visita se hace corta a una ciudad tan atractiva, pero esta vez fueron solo cuatro días, repartidos entre teatros, compra de libros y restaurantes (bueno, también un par de bares). Quisiera hablar de todo lo que hice, pues creo que la actividad cultural de un país va de la mano con su avance gastronómico, pero ya escribiré en otra ocasión al respecto. Por ahora me conformaré con contarles de la comida.
Tal vez sea por la crisis reciente (y la verdad no importa cuando lean este artículo, lo más seguro es que la Argentina venga entrando o saliendo de alguna crisis), pero noté que la carne no estaba a los niveles de mis primeras visitas. No quiero quitarle nada, estaba lo suficientemente buena para ameritar visitas a parrilladas en tres días consecutivos. Pero la carne no estaba siempre blanda y el punto de cocción tendía a estar pasado.
Los meseros, en general, seguían siendo los de siempre: bonachones, confiados, cordiales (aunque un poco secos), tal vez un poco pedantes pero sumamente eficientes. Siempre me sorprende su capacidad de llevarse todos los platos de la mesa en sus brazos.
De la comida gourmet vimos un solo ejemplo, y me gustaría discutirlo en un artículo aparte, pues hay mucho que escribir al respecto. El local que fuimos se llama Thymus (no se como se pronuncia) y diré solamente que su servicio fue deficiente, cosa rara, y la comida muy buena. Incluso me sorprendieron con un estilo de menú de degustación que podía incluir tres o seis platos, todos sacados de la carta normal.
Tampoco puedo hablar mucho de los vinos, no por no haberlos tomado, si no por habernos concentrado en el Malbec. Lo tomamos de tres viñas. Esto es lo que pienso de ellos:
| Luigi Bosca 2002 | Trapiche Reserva 202 | Navarro Correa 2002 |
Color | Rubí, brilloso, algo transparente | Opaco, rojo sangre | Rojo Intenso, brilloso |
Aroma | Pimienta, Cuero, Bayas rojas | Humo, Vainilla, Establo, Ciruelas y frutos “negros” | Frutos rojos, cuero, alcohol |
Boca | Nítida acidez, suave, frutal, con un dejo picante | Demasiados taninos, pesado | Cálido por el alcohol, buen balance acídico |
Notas | Es el que más me agradó por su suavidad y acidez | Lo que se espera de una reserva, pero no lo que buscaba para un Malbec | Tal vez el mejor para un asado, excepto por el alcohol |
También probamos un Pinot Noir, pero no anoté la viña, principalmente porque no la conocía, y que lamento, pues el vino estaba agradable y sumamente frutal.
Concluyo hablando de los desayunos. Si bien solo los comimos en el hotel, y ni los panes ni el dulce de leche estaban al nivel que en cualquier café de Palermo o el centro, debo admitir que es agradable ver la variedad que ofrecen. Las medialunas, tanto por la calidad de la harina como de la mantequilla (volvemos a las vacas bien alimentadas) son legendarias. En general todas las facturitas son agradables. Sobre todo acompañadas de un dulce de leche (¿ya hablé de las vacas bien alimentadas?) tan rico que nos motivó (nos motiva siempre) a traernos un par de frascos para disfrutar aquí por un par de meses.
Hace poco, una amiga, mi querida Cote, me dijo que había leído que Buenos Aires era una de las mejores ciudades del mundo para visitar. La ponía en una lista con Lisboa y Nueva York. Yo estoy de acuerdo. Adoro cada visita a Buenos Aires, y me cuesta volver a casa. Por eso me uno a la iniciativa y recomiendo una visita a la capital argentina. Caminen mucho porque hay mucho que ver. Y cuando se cansen, paren en un café a disfrutar del ambiente o en un restaurante a comer rico.
2 Comments:
callate resentido
Un saludos desde bUENOS aIRES y me alegra mucho que te haya gustado nuestra capital. Y estas palabras me alegran mas por que se que en general los chilenos tienen un mal preconcepto de la Argentina en General. Ojala que algun dia puede ir yo a Santiago
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